FAROLEANDO
Hundirse en un sufrimiento
de andar por casa
es tan fácil,
que me lavo la cara
de cuando en cuando
para sacarme las legañas
de esa tontuna
y tocar el hueso.
La apuesta
es sencilla:
Mis cartas no son malas.
Sólo me queda disfrutar
del vértigo
subida a una escalera de color
o lo que salga.
Sin trampas.
No es de dinero de lo que hablo.
Imagen: Paul Cézanne, Les joueurs de carte. (1892-95)
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