Érase una vez
un mundo de palabras.
Las había con botones,
azules, tiernas,
hirientes, rotas...
Con ellas hice mi casa.
Hasta que un día,
como en todos los cuentos,
vino el lobo y sopló,
y el viento se las llevó.
Quedé de nuevo desnuda
en morada sin muros,
expuesta a municiones y mareas,
como ave migratoria
en vuelo rasante y abierto.
Imagen: Cristie Henry - Gingerly Relinquishing The Night’s Long Journey