Se buscan versos
de amplio espectro.
He desarrollado intolerancia
a los lamentos,
los que atufan
a autoayuda,
romances bobos,
rapapolvos,
los espesos.
Se admiten prospectos
de placebos y principios activos
contra el dolor universal.
Deja razón aquí.
Imagen: Biblioteca Nacional de España. Colección de anuncios antiguos.
Adoro la publicidad antigua. Con infinito candor nos prometían la felicidad en píldoras.
ResponderEliminarLa belleza duele, casi todo lo que nos conmueve causa un dolor lejano e impreciso. No hablemos de lo que realmente hace tambalear nuestras convicciones.
Pero el arte redime, creo.
Un abrazo.
Estoy completamente de acuerdo. El arte, en sus múltiples manifestaciones, ejerce un poder calmante y nos reconcilia.
EliminarAbrazo.
No aparece en el vademecum, pero yo tomo sobredosis de adrenalina crepuscular en mi montaña; a veces me acompaña el viento de poniente y me calma el dolor.
ResponderEliminarPD: yo probaría Sanatorina, pero mi boticario no la conoce!
Salud !
La montaña es una opción curativa extrordinaria. En eso coincidimos. ¡Salud!
EliminarLa belleza inmaterial de un instante...
ResponderEliminar"Una cosa espeluznante:
¡se trasparenta en la mano
una luciernaga!"
(haiku anónimo)
Una ráfaga de belleza. Gracias!
EliminarMe encanta la originalidad de tu poema, y asimismo su fuerza para permitir alejarnos de la queja y poder entonar unos versos elevados y anhelantes de volar, gozar de la efímera existencia
ResponderEliminarExactamente esa era la búsqueda. Has dado en la tecla. Gracias por tu atinado paso y bienvenido!
EliminarDe libro. Y el título, fundamental. La autocompasión tiene el cable muy corto, hay que mirar lejos y valiente.
ResponderEliminarSalud
¡Se intenta!
EliminarNi autocompasión ni autoempalago. ¡Gracias!