Me desesperan
el lenguaje de adoquines
y las tardes
que mueren encrespadas.
Porque la vida
se encharca de adjetivos
y rampas y curvas y rectas.
Y se invocan
paisajes que son polvo
de balcones a pinceladas.
Y la metáfora,
de puntillas,
nunca alcanza a tu puerta.
Imagen: Paula Bonet
Espera, asómate a la tarde por la ventana sin hacer ruido, verás al león llorando en su balcón.
ResponderEliminarTodos somos leones y lloricas, me temo. Un abrazo!
EliminarNo hay nada más terrible que una metáfora que no desea entrar en las alcobas y penetrar el hueco de los cerrojos.
ResponderEliminarEs frustrante, sí...
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