Suelo andar descalza para sentir el invierno. Mis tobillos, rotos de espuma, distraen la arena de los relojes. ¿Y quién no espera aún el calor de unas manos de arcilla? Se me llena la boca de corriente estática. Me alimento de nubes. Desnuda, vaciándome del hambre, cierro los ojos muy despierta. Hasta desaparecer en una canción antigua. Y brotar. Amanezco. Imagen: Rafael Navarro.