Todo poema lleva un tú que lo hace luciérnaga en la noche del universo. Los humanos-hormiga nos dolemos y amamos en un radio insignificante como una fila de puntos suspensivos surcando simas tectónicas sin ser conscientes del vértigo. Lo enorme no es visible a nuestros ojos de insecto. Imagen: Tsuneaki Hiramatsu
¿Para qué gritar por escrito, arriesgar una fortuna de monopoli, crujir, amar sin romperse, creer que ganas aire y luz mirando en la oscuridad, saltar al vacío imaginario? Ensayar vida o suicidio sobre un trozo de papel sostiene y sacia con la eficacia de un colador sobre un caudal de esta nada. Inútil, estúpida, insuficiente pérdida de tiempo.